pero la rompiente se me iba a alejando,
cómo pesaban los brazos
hechos músculos viejos.
De golpe no era joven.
Ni la esperanza blanca,
ni la desesperanza negra;
la rompiente se me corría,
me cambiaba de altura y de frontera.
Aparecí rodado en el sin canto,
en una multitud de obligaciones,
confusas, incumplibles, canaletas de engaño
que te llevan ahí,
a aguas heladas,
donde unos caminan
y otros se hunden
y nadan
hacia la rompiente,
porque ya no creen en ver tierra
y pasando la rompiente,
ya sabemos.
La rompiente se ríe,
se mueve,
su ley de gravedad me ignora.
No hay que pedirle a la rompiente
ella es peor que una mujer:
es un caimán carioca.
La rompiente
domingo, 27 de febrero de 2011
Yo quería llegar
pero la rompiente se me iba a alejando,
cómo pesaban los brazos
hechos músculos viejos.
De golpe no era joven.
Ni la esperanza blanca,
ni la desesperanza negra;
la rompiente se me corría,
me cambiaba de altura y de frontera.
Aparecí rodado en el sin canto,
en una multitud de obligaciones,
confusas, incumplibles, canaletas de engaño
que te llevan ahí,
a aguas heladas,
donde unos caminan
y otros se hunden
y nadan
hacia la rompiente,
porque ya no creen en ver tierra
y pasando la rompiente,
ya sabemos.
La rompiente se ríe,
se mueve,
su ley de gravedad me ignora.
No hay que pedirle a la rompiente
ella es peor que una mujer:
es un caimán carioca.
cómo pesaban los brazos
hechos músculos viejos.
De golpe no era joven.
Ni la esperanza blanca,
ni la desesperanza negra;
la rompiente se me corría,
me cambiaba de altura y de frontera.
Aparecí rodado en el sin canto,
en una multitud de obligaciones,
confusas, incumplibles, canaletas de engaño
que te llevan ahí,
a aguas heladas,
donde unos caminan
y otros se hunden
y nadan
hacia la rompiente,
porque ya no creen en ver tierra
y pasando la rompiente,
ya sabemos.
La rompiente se ríe,
se mueve,
su ley de gravedad me ignora.
No hay que pedirle a la rompiente
ella es peor que una mujer:
es un caimán carioca.
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